Garrapatas Achicharrás
Si por algo me cautivó en su día el
duende de Los Delinqüentes es por la
cercanía que trasmiten al respetable, el compadreo que muestran sus miembros
sobre las tablas y la alegría y la frescura que desprende el espectáculo
musical. Seis años después de mi descubrimiento veo que esos mimbres comienzan
a desvanecerse como azucarillo en el agua.
Una nueva ocasión para reafirmarme
en mis temidas sospechas fue el show que pudimos disfrutar el pasado viernes en
la Sala The One. Los garrapateros sumaban a su espectáculo otra primera espada
jerezana para endulzar su combo de clave flamenca, Tomasito, un bailaor de raza. Entre finos, soleras y manzanillas, ambas
formaciones han editado Los Hombres De Las Praderas y Sus Bordones
Calientes, un trabajo que se adentra en el flamenco de líneas
callejeras, que rompe con el proceso de electrificación que en los últimos
tiempos estaban atravesando Los Delinqüentes. Sus catorce cortes deshojan entre
palmas y guitarras españolas nuevas composiciones, versiones vetustas (Bob
Dylan, Silvio Rodríguez) y revisiones de temas propios.
El lugar escogido para calentar el
tablao era la Sala The One de Sant Vicent del Raspeig, la sala más rimbombante
de la provincia. Al igual que en su última visita, los jerezanos habían
conseguido congregar un lleno impropio de nuestros territorios, que se torno a
las primeras de cambio asfixiante por la excesiva temperatura que padecíamos. Puntualmente,
el escenario ya disponía de un tablao flamenco custodiado por ocho coquetas sillas
de madera, acompañadas por mesitas a modo de mueble bar.
Libres alegrías, a modo de improvisación, acompasaban una ascendente
presentación que ponía a Tomasito bailando encima del tablado, con un estilo
muy expresivo, dotado de garra y entrega, plagado de centelleantes movimientos.
Con los artistas andaluces animados encadenaron ‘Manifiesto Del Borde’, ‘La
Cacerola’, ‘Uno Más’, ‘El Bandolero’ o ‘No Llevamos Ná’, especialmente coreada.
El público lo gozaba y arriba parecía instantáneamente que se recuperaba esa
armonía que creí perdida.
En el tramo intermedio engancharon
temas más sosegados que acentuaron los parones entre canción y canción,
tornándose la alegría en caras de “¿cuántas nos
quedan?”, mientras los chorretones caían de sus pechos desnudos. No faltaron los
comentarios jocosos y alguna que otra caricia musical a clásicos como ‘Achilipú’.
Por su parte, ‘De Los Matorrales’, ‘Caminito Del Almendro’, ‘La Resaca’ o ‘La
Pura Concepción’, protagonizaron esta fase de transición asfixiante.
Aún así el espectáculo entraba en
alguna fase animada, fruto de la viveza innata de sus composiciones, mientras Tomasito seguía a lo suyo bajo la atenta babilla que caía de cada una de las
bocas de cuantos éramos presentes, Gente de poco flamenco… La muy bien rescatada ‘Oh
Mare’, ‘La Primavera Trompetera’, ‘A La Luz Del Lorenzo’ o ‘El Aire De La Calle’,
con la dedicatoria al Migue, y ‘Kick Off’, con un estribillo intenso que caló
entre el personal. La original versión de ‘Singing In The Rain’ (‘Bailando Por
Jeré’), cerró el concierto.
Varias conclusiones vienen a mi
mente. Es más que evidente el acierto de juntar el fuego y la gasolina, el vino
y la cocacola, lo dulce con lo salado, el cóctel resulta explosivo, pero todo
lo presumible hay que reafirmarlo en el escenario. Son varios los chascos que
llevamos con Los Delinqüentes y de rentas no se puede vivir siempre… En cualquier
caso estaremos ahí para ver si hay un punto de inflexión o los recuerdos anclan
el presente.
Texto: Rafa Ele
Fotos: Arturo Uve